Queridos morbilectores, inaguro nueva sección:
Los NO de Miss Scythe, o por qué algunos penes caen podados bajo mi guadaña.
Los NO de Miss Scythe, o por qué algunos penes caen podados bajo mi guadaña.
Todos tenemos nuestros NO.
Tal vez nos limiten a la hora de conocer a gente, y MENUDA GILIPOLLEZ.
Los NO son necesarios. Los NO condicionan tanto como un SÍ. En esta vida nuestro tiempo es finito, por lo que necesitamos filtros de descarte, reevaluables si no nos satisfacen los resultados, pero filtros de descarte al fin y al cabo.
Los NO afectan al ego, porque a nadie le gusta sentirse rechazado, pero son más sinceros y más permanentes que un SÍ. Los No son incondicionales y auténticos. Vivan los NO
Hay que tener un número de NO. Si tienes un número de NO demasiado bajo, entonces vivirás una vida de múltiples interacciones, en el mejor de los casos superficiales y efímeras, en el peor de los casos, improductivas y frustrantes. Si tienes un número de NO demasiado alto, vas a ser una persona, en el mejor de los casos, intolerante y rígida, en el peor de los casos, autista.
Mis NO no son demasiado en número, lo cual tal vez me haya perjudicado. A veces doy oportunidades cuando mi intuición clama lo contrario, precisamente porque siendo niña experimenté rechazo. He tenido que aprender que ya no soy niña, y si un adulto es rechazable, lo es por motivos más consolidados y fiables que cuando te estás desarrollando y lo mismo te ponen un apodo por ser gorda que por ser flaca. Tal vez, para compensar, mis NO son taxativos. Hoy os hablaré del más evidente: Mi NO al tabaco.
Soy antitabaco. De hecho, jamás he probado nada que pudiera fumarse. Mi madre fue una fumadora empedernida de tabaco negro, y a pesar de tenerla domesticada y confinada a la cocina y al lavadero, mi convivencia con ella por el tabaco generaba el 65% de los conflictos. Tengo un olfato muy sensible. No soporto el humo. Fumar, además, me parece hoy en día una elección personal que denota otros defectos más allá de ser maloliente: gente ignorante, influenciable, con propensión a las adicciones, derrochadora, autodestructiva e irrespetuosa. Con el tiempo he intentado no hacer atribuciones personales como éstas, pero el que alguien fume condiciona mi estilo de vida en un sentido totalmente improductivo y negativo.
Estoy segura de que hay personas maravillosas, que además, fuman. Y no me refiero a El Perfecto (Embustero) Hace poco lidié con El Fumador.
El Fumador, no nos vamos a engañar, tenía otros NO, que en ausencia del tabaco hubiera sido más indulgente, a saber: soltero empedernido a los 34 añazos. No obstante, era muy atractivo, muy cultivado, muy dialogante, más asertivo y paciente que yo, independizado, solvente, emprendedor, afín...Y mi gran SÍ: su sentido del humor. Valoro tremendamente que me hagan reír a carcajadas, porque es bastante complicado y particular el conseguirlo. Ese gran SÍ me hizo obviar mi NO. Chateamos poco (por mi parte) pero muy intenso (se implicó mucho). Me enviaba emails encantadores. Tenía un auténtico interés en mí, y una generosa disponibilidad para desvirtualizarnos. No obstante...
...yo encontraba excusas. Era imaginarme quedando con él, y sentir incomodidad. El Fumador había sido muy honesto: fumaba mucho, le encantaba fumar, no sólo tabaco habitual, sino marihuana esporádica, no tenía ninguna intención de dejarlo, y lo lamentaba, pero así era él.
Mi ilusión me decía que obviara el tabaco, que tal vez podía intentar aprender a tolerarlo esta vez, que tal vez él con el tiempo lo dejara, pero mi intuición me decía: no quieres aceptarlo, ni cambiarle. No tenía sentido quedar con él, porque iba a gustarme y a repugnarme a partes iguales, martirizándome como ya me sucedió con otras dos personas con las que cedí y con las cuales la relación fracasó. Me dolió en el alma despedirme de él sin tan siquiera desvirtualizarlo, me dolió más todavía que en vez de enfadarse conmigo, se irritara con él mismo, que en vez de atacarme o defenderse, se rindiera, y me escribiera: Eres una mujer genial. Si un día estoy a tu nivel voy a buscarte. Estuve autoflagelándome durante días, y sin embargo, sin arrepentirme de mi decisión. Que te follen, ¡puto apestoso!
Y es que la lección es la siguiente, morbilectores: Un SÍ respeta a los demás, a su libertad de ser y hacer, pero un NO te respeta a ti mísmo, a tus límites, a tu libertad. Por eso los NO son tan importantes.
Y vosotros, ¿cuáles son vuestros NO?